La demanda energética mundial ha venido creciendo exponencialmente, al punto de que nuevas tendencias de obtención de energía se han ido implementando en todos los lugares del globo. Sin embargo, las hidroeléctricas son aun las que masifican la producción de la energía eléctrica que consumimos.

Si bien existen lugares del mundo donde el agua es escasa y este líquido vital es preciado precisamente por su difícil acceso, en otros se modifican condiciones geográficas y demográficas tan sorprendentes como el dicho “aquí nomas mis chicharrones truenan”. Todo esto, con el fin de poder construir represas que surtan el agua suficiente para mover potentes turbinas capaces de generar más potencia que muchos sistemas energéticos no alcanzan a generar, tanto en espacio como en infraestructura. En sí, como dice el dicho “hay veces que el pato nada y a veces que ni agua bebe” lo que indica la abundancia y escases de este líquido vital, pero aun así el hombre no se detiene y ha creado megaproyectos con el fin de satisfacer la demanda eléctrica actual.

Uno de los últimos proyectos entregados en esta década fue la mega obra de hidroeléctrica de Baihetan en Zhaotong, China, entrando en funcionamiento apenas en abril de 2021, desviando las aguas  del río Yangtsé, el río más largo de China hacia un desfiladero en el tramo superior del mismo, en la frontera entre las provincias de Yunnan y Sichuan, una región propensa a los terremotos y con miles de denuncias de daño ambiental desde su construcción y funcionamiento, siendo estas últimas ignoradas totalmente a la hora de planear, erigir y poner a marchar esta mega obra, pasándose de lanza. 

Otro ejemplo en nuestro lado del continente lo encontramos en Colombia, una obra que lleva más de 3 décadas desde su planeación, hasta su reciente puesta a marcha el 15 de noviembre de 2022. Además de la grandísima modificación del cauce del río Cauca, uno de los más caudalosos del país, el desplazamiento de poblaciones aledañas a la mega obra, voluntaria o involuntariamente, llevó a su paso una reubicación demográfica que territorialmente no se preparó, creando un impacto ambiental de las migraciones de especies que dependían directamente del flujo y cauce del río. Es más, la desviación misma del cauce creo un daño ambiental que demorará siglos en recuperarse aunado a los grandes problemas de infraestructura de toda esta puesta en marcha. 

Una de las preocupaciones principales de este proyecto es la osadía de hacer el cuarto de máquinas dentro de la montaña, dejando algo considerado como un pico hueco, pues dentro del diseño se planteó dejar el cascarón de una montaña aledaña a la represa y construir allí adentro lo que se denomina el corazón del proyecto, la turbina que genera una potencia de 2400 MW y una energía media anual de 13900 GWh, dada de una caída de agua de más de 225 m de altura, esta turbina genera vibraciones que afectan directamente a esa región de la cordillera del sistema montañoso más joven del mundo, los Andes. Dejando en riesgo considerable que la actividad sísmica aumente en esta zona o en un caso fortuito, el desprendimiento de las paredes de contención de la presa, lo cual causaría un desastre de nivel apocalíptico.