¡Vientos!, ya tenemos nuevo podcast y este es precisamente dedicado al viento. 

Pero, antes de comenzar ¿qué es el aire? Es uno de los elementos más poderosos, cañones, incluso familiar y parte vital de nuestro entorno, aquel que nos permite tener nuestro proceso biológico y vivir, pues dependemos directamente de su presencia, ya que este contiene el oxígeno que respiramos y llevamos a nuestros pulmones para que continuamente alimente nuestro cuerpo en un proceso metabólico continuo, armonioso y perfecto. 

Ese flujo continuo de oxígeno que tomamos de la biosfera es tan vital como devastador, pues además de ocupar un espacio a voluntad si existen las condiciones físicas adecuadas, la variación de su flujo es muy sensible, pues si le das velocidad al aire lo conviertes en lo que llamamos viento, que ya está más cañón que el aire. 

Este viento puede describirse como una brisita, esa misma que mueve los arbustos, que te acompaña en un cafecito en la mañana al abrir tu ventana, que trae consigo el rocío mañanero, ese apacible y tranquilo flujo que recoge lo mejor de un buen momento y que te hace lo que el viento a Juárez, nada. Pero, ya le vamos a hacer de tos, ¿qué pasaría si le subimos tantito a la velocidad de esa brisa? ¡Ay!, ¡Ay!, ¡Ay!, ya iniciamos a complicar las cosas, pues ya pasamos de una velocidad de 2 a 5 Km/h, al “tantito” de 13 a 20 Km/h, que tiene la acción suficiente de mover una bandera en una asta, ya tu rostro siente esa sensación que te hace cerrar un poco tus ojos, ya sentimos esa variación. Ahora, si ya un viento se percibe entre 30 a 40 km/h, ya este tiene la capacidad de mecer arboles grandes, de darte una buena batida de ráfaga, de inclusive no dejarte cerrar el paraguas, ¿verdad, que está un poco gacho? y ya si nos alebrestamos y aumentamos su velocidad ya podemos decir ¡Ay papantla tus hijos vuelan!

Esas pequeñas variaciones son bastante notables en sus efectos, pues ya si un viento se revela con velocidades mayores a 70 km/h estaríamos empezando a hablar de tener la capacidad de formar huracanes y si llega a mas de 120 km/h, ya son tornados y hablamos de fuerzas devastadoras que arrasan construcciones, que pueden elevar un coche pequeño y mandarlo a volar como si fuera un disquito de frisbee. Pues si, efectivamente, subirle un tantito a esa brisa nos lleva de una tranquilidad apacible a un estado apocalíptico. Y, aquí uno se pone a pensar y se queda de a seis ante tal poder. Ahora ya sabes, lo que dice el dicho “Quien siembra vientos cosecha tempestades”, te imaginarás ahora de donde salió.